DECLARACIÓN DEL ILO EN RELACIÓN A LOS RECIENTES ATENTADOS TERRORISTAS

Decía André Malraux, “una vida no vale nada, pero nada hay que valga una vida”. Diariamente el fanatismo, la intolerancia, el odio irracional, cobran muchas vidas y nos acostumbramos a esa cotidiana experiencia. No hay nada que valga lo que una vida y sin embargo por nada se sigue matando vidas, porque en el fondo una vida no vale nada.

La tragedia de París nos debe llamar a pensar en esto. No porque una víctima francesa valga más que cualquier otra del Oriente Medio, o de África o de América Latina: todas las vidas son iguales. No porque haya terrorismos “buenos” o terrorismos “malos”, no porque alguien caiga por una motivación política, religiosa o simplemente por un ordinario hecho criminal. El tema es que el escenario es París, que en cierto modo simboliza históricamente el centro al que converge la cultura en la que germinaron tantos valores a los que gran parte del mundo dice adscribir. Y esto le da al hecho, una resonancia y proyección especial.

En éste como en todos los actos aberrantes de la historia domina la idea de la vesánica contradicción que se plantea entre el criminal victimario y la inocente víctima. Como en la casi totalidad de los casos no conocemos a los que caen, nos domina más que el dolor, la indignación. Y es justo que así sea. Pero los términos no se pueden agotar en eso; no podemos quedarnos en un repudio y en una expresión de condolencias y solidaridad.

Debemos avanzar en la idea de transformar el paradigma cultural sobre el que reflexionaba Malraux: debemos reconstruir el sentido y el valor de la vida; debemos formular todas nuestras acciones públicas y privadas atravesándolas por el principio de que es preciso construir un camino que descarte a la muerte como justificación y a la violencia como instrumento de la verdad. El recorrido del camino por la paz, debe partir de nuestras acciones personales más simples; la paz no es un valor objetivo que pueda estar desligado de lo que piensen cada uno de los hombres y mujeres del mundo. Esto significa repensar muchas otras cosas en la vida humana que son –a veces inconscientemente- las que nos hacen convivir con la idea de que una vida no vale nada.

Tal vez de ese modo nos ayudemos a mirar el porvenir con más esperanza.

En nombre del Instituto Latinoamericano del Ombudsman – Defensor del Pueblo (ILO) expresamos nuestro profundo pesar por las muertes de todas estas víctimas del terrorismo, nuestra solidaridad con los pueblos que las han padecido y nuestras muy sentidas condolencias por los familiares y amigos que han perdido personas muy queridas para ellos.

Buenos Aires 16 de noviembre de 2015

Carlos R. Constenla
Presidente

 

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